En 1970, una fábrica de jabones recibió una queja.
¿El jabón no hacía espuma? ¿El jabón tenía el olor del calcetín de un maratoniano? ¿El jabón dejaba las manos más ásperas que la lengua de un gato?
No, el consumidor compró una caja de jabón… ¡y estaba vacía!
¡Vaya! Eso sí que era grave. Además, estamos hablando de una fábrica japonesa, concretamente de Tokio.
Y ya sabemos que, para los japoneses, la precisión es una religión y los errores son crímenes de guerra.
Así que te lo puedes imaginar, la queja desencadenó un programa de gestión administrativa y productiva. Vamos, todo un gabinete de crisis con caras largas y cejas fruncidas.
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Había que evitar que esto volviera a ocurrir y, además, hacerlo rápido.
Los ingenieros de la empresa pusieron sus turbinas mentales a funcionar al máximo, sudando la gota gorda.
Tras varias reuniones y una exhaustiva investigación del proceso productivo, se detectó el fallo en la cadena de empaquetado.
Ahora era el momento de encontrar la solución.
Se diseñó una sofisticada máquina de rayos X con monitores de alta resolución.
Se contrató a dos trabajadores extra que vigilaban los jabones en la línea de empaquetado.
Problema solucionado.
Eso sí, el coste de la máquina superó los 2.700,000 dólares.
A todo eso, había que sumar todas las horas invertidas en reuniones y estudios.
Y cuando todo parecía que iba viento en popa, surgió un nuevo problema.
¡Zap! La máquina de rayos X comenzó a fallar.
Claro, era lógico, porque estaba operativa durante los tres turnos de la fábrica.
A todo esto, un obrero del departamento de empaquetado pidió prestado un ventilador.
Lo colocó de forma estratégica en la cinta transportadora y, ¡voilà!
Las cajas con jabón seguían su camino.
Pero las cajas vacías salían volando de la línea de empaquetado, como cuando se preparan palomitas de maíz en una olla sin tapa.
¿Tienes mucho trabajo que hacer?
¿No te da la vida para nada?
Pues es posible que estés haciendo más cosas de las que no deberías.
En ocasiones no se necesitan más horas de trabajo, sino una idea ingeniosa.
Y te lo dice alguien que tiene un máster en complicarse la vida y luego se da cuenta de que el 90% de lo que ha hecho no era necesario.
Pongamos en marcha ese ventilador que haga volar el trabajo innecesario.
“El chiste de mi cuñado”
¿Qué le dice un jabón a la esponja?
—Hoy todo me resbala.
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