Es normal, cuando estás tan acostumbrado a tu vida no tienes impulso para cambiarla.
Eso sí, a veces la rutina te pesa y escuchas una voz interior que dice "algo podría mejorar".
Luego te explico qué puedes hacer.
Ahora vamos a aprender de la historia.
Cómo el error de un hombre lo llevó a él y a sus hombres a la muerte.
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Dos expediciones en busca de la historia.
Una, la vencedora, regresó a casa intacta.
La otra, la perdedora, no logró sobrevivir.
Mismo destino, pero estrategias diferentes.
Algo que marcó la diferencia entre el éxito y la vida, o el fracaso y la muerte.
Dos hombres decididos a posar el primer pie en el polo Sur.
Roald Amundsen, silencioso y calculador.
Robert Falcon Scott, perseverante y batallador.
La estrategia de Amundsen consistía en una planificación cuidadosa y la adaptación constante.
Se inspiró en los inuits y usó perros en vez de caballos.
Se fijó metas sencillas, casi aburridas: no avanzar más de 15 millas al día.
Descansaban y pasaban horas en sus sacos de dormir.
No hubo gestos heroicos, solo constancia.
En cambio, la estrategia de Scott se basaba en el empuje y la resistencia.
Pensaba que el secreto era jamás ceder y avanzar todo lo posible cada día.
Lo cierto es que desconocía el terreno.
Usó ponis, que resultaron inadecuados.
La adrenalina y la ambición por ganar guiaban sus pasos.
Pronto, la expedición de Scott se convirtió en un infierno para sus hombres.
Los errores cometidos los condujeron al fracaso.
El 14 de diciembre de 1911, la bandera noruega apareció solitaria en el Polo Sur.
Amundsen regresó a casa vivo, triunfador e intacto.
Logró lo imposible no por fuerza bruta, sino por humildad y respeto a la naturaleza indomable.
Un mes después llegó Scott, solo para enfrentar la amarga certeza de la derrota.
El regreso fue una pesadilla.
Nadie de su expedición sobrevivió.
A veces, el verdadero coraje está en saber hasta dónde avanzar cada día.
"Los planes no son nada; la planificación lo es todo."
Dwight D. Eisenhower
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